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Jalisco

Era la casa del terror un albergue en Tonalá

• Torturaban a los internos, algunos menores de edad

Una niña de tan solo 11 años con problemas de epilepsia y salud mental, resultó con quemaduras graves tras ser rociada con alcohol y recibir descargas eléctricas en un albergue de Tonalá, llamado La Casa de Vida Camino a la Fortaleza, en el cual se descubrió que a todos los internos se les maltrataban física y psicológicamente.

Según lo narrado por la madre de la menor, personal del albergue privado ubicado en la colonia Santa Paula, roció con alcohol a la niña para tratar de controlarla durante una crisis y después le aplicaron una descarga eléctrica con una pistola laser.

La menor es atendida en el Centro Médico de Occidente y presenta quemaduras en el pecho, el abdomen y los brazos, y tendrá que recibir injertos de piel, además de someterse a varias operaciones.

Mónica, su madre, detalló que su hija ingresó el pasado 30 de junio debido a una ansiedad severa y ataques epilépticos que presentaba.

Explicó que fue el viernes 22 de julio cuando la menor habría sido rociada con alcohol y quemada, pero a ella el propietario del centro le notificó hasta el sábado.

Mienten sobre agresión a niña

En un principio el personal del albergue quiso hacer ver el crimen como un accidente para deslindarse, sin embargo, la menor desmintió esa versión.

“Ellos quisieron manejarlo como un accidente y no fue así. La niña los acusó enfrente de ellos, me dice ‘no mamá me echaron alcohol y me dieron un chicharrazo (pistola laser)’, y señaló en su cuello, fue entonces que pensé en una opción de cómo sacarla, y dije que la llevaría a revisión”, señaló la madre.

Del puesto de socorro, Mónica fue a denunciar a Ciudad Niñez, en un horario de 1:00 a 5:00 horas del domingo, según señaló.

El establecimiento, ubicado en la calle San Javier número 15, de la colonia Santa Paula en Tonalá, funcionaba de manera clandestina, pues no contaba con licencia municipal ni registro, de acuerdo con la Comisión para la Protección Contra Riesgos Sanitarios del Estado de Jalisco (Coprisjal). 

La Fiscalía realizó un cateo en la finca donde fue lesionada la niña, que sufrió quemaduras en 13 por ciento de su cuerpo, y ya no había ninguna persona en el interior, solamente camas, ropas y comida putrefacta. 

Vecinos señalan que a todos los que estaban internados en el centro de rehabilitación se los llevaron en una camioneta minutos antes de la revisión. Y es que las autoridades esperaban encontrar a alguien en el lugar, pero al parecer dieron el pitazo y tanto empleados como internos salieron huyendo desde temprano.

“A todos los sacaron en la mañana. La última camioneta se llevó a cinco. Una muchacha gritó ‘córrele, córrele, córrele’. Yo creo que les dieron el ‘pit azo’ de que iban a llegar, porque corrieron y se fueron. Si hubieran llegado media hora antes, los agarran. No sé para qué corren, mejor que den la cara”, dijo Azucena, una vecina del lugar.

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La casa del terror

Fabián y Abraham, de 18 y 15 años, estaban encerrados en el lugar ubicado al cruce de las calles José León Santibáñez y San Javier en Santa Isabel, desde hace poco más de medio año. Hasta las 18:00 horas de este miércoles no sabían en dónde estaban, pues desde la mañana los familiares dejaron de tener contacto con los encargados.

“Nosotros nos enteramos de lo que pasó porque llegaron medios a nuestra casa, nos preguntaron qué pasaba y fue que nos despertamos y venimos a ver porque nadie nos contestaba el teléfono, hasta me bloquearon”, compartió Mayra, hermana de Fabián y tía de Abraham.

A Fabián lo encerraron por crisis nerviosas y ansiedad que, a su vez, le provocaban convulsiones. A Abraham porque lo encontraron con un cigarro en la mano.

Antes de ingresar a Fabián al lugar, a su familia le dijeron que le darían terapias para ayudarlo. No fue así, al contrario. Fabián les decía que sentía “volverse loco”, que se burlaban de él, que cuando le daban convulsiones en lugar de ayudarlo, se reían, que ya no podía.

Tomasa Noyola narró que hace unos meses ingresó a su hijo con problemas de adicción al albergue: “mi hijo duró muy poquito, duró como tres meses, pero mi otro hijo lo sacó porque una vez que venimos aquí por él, venimos a traerle lo que nos pedían, y lo vi amarrado de las manos y lo tenían sentado castigado contra la pared, entonces ya de ahí ya no nos pareció y al siguiente día me dijo que fue el que se encargó de hacer los trámites para sacarlo”. 

Los familiares de los internos indicaron que para dejar a sus seres queridos tenían que hacer un pago inicial de 2 mil pesos y 500 pesos por semana, además de insumos para limpieza y alimentos cada 15 días.

Al entrar firmaban un contrato en el que les obligaban a estar por lo menos seis meses. Sin embargo, una vez pasado ese periodo no se permitía a las familias ver a sus pacientes con el argumento de que estaban castigados.

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