Por Gustavo González Godina
Y AMLO no lo esperará serenamente sino todo lo contrario. Por como lo hemos visto en la última semana, está desquiciado, fuera de sí, ha perdido el control de sí mismo y cada día que pasa se le ve más acorralado, y por lo tanto más peligroso.
Independientemente del deterioro tan notable en su salud, tanto física como mental, al que conduce por razones naturales el ejercicio del poder, que de por sí desgasta a cualquiera, y más aún en su caso en que dicho ejercicio del poder ha estado acompañado durante cinco años de una serie interminable de ataques, burlas, críticas despiadadas, un día sí y otro también la gente le dice de todo en las redes sociales, desde kakas, payaso, el imbécil de palacio, hasta ladrón, corrupto y narcotraficante.
Y sometido como ha estado a ese mal trato de la sociedad, que pensamos Él solo se lo ha ganado a pulso, por su incapacidad para gobernar, por una parte, y por su carácter bravucón y peleonero por otra, los estragos que le han causado su desgaste son notorios y, por desgracia, no auguran nada bueno.
Lo que vino a descomponerlo por completo, fue lo que le estaban guardando los gringos y que le soltaron en la última semana, la publicación de investigaciones por parte de la DEA que revelan su relación con el narcotráfico, que si bien no desembocaron en una acción legal contra Él, el solo hecho de darlas a conocer lo sacó de sus casillas y lo hizo cometer errores que fueron de menos a más.
Ya el HT #NarcoPresidenteAMLO habíalo sacado de quicio, Él mismo reveló que había sido mencionado 170 millones de veces (más que la cantidad de mexicanos que tiene el país), cuando le llegó la carta de la corresponsalía de The New York Times pidiéndole respuestas al reportaje que publicaría para incluirlas en el mismo y equilibrarlo, como marcan las reglas del periodismo, y el Presidente de México en lugar de ofrecer dichas respuestas o simplemente ignorar la carta y desmentir después el reportaje, decidió pelearse con el periódico más influyente del mundo, el mismo que provocó en el país vecino la caída del presidente Richard Nixon por un asunto menor, el espionaje de su partido al partido opositor.
O no conoce el Presidente de este país en desarrollo (para no llamarlo tercermundista) la historia reciente, Él que se dice apasionado de la historia, o su enojo le hizo olvidar el episodio Nixon-The New York Times y lo que han hecho los Estados Unidos en lo que se refiere al narcotráfico en Panamá, Guatemala y Honduras; el caso es que decidió enfrentarse al poderoso medio llamándolo pasquín inmundo y revelando el número de teléfono de su jefa de corresponsales en México, cosa que por lo demás está prohibido por las leyes mexicanas, concretamente por la de Protección de Datos.
Y conociéndolo como lo conocemos ya todos y lo conoce ya todo el mundo, sabíamos que se iba a seguir de frente, que no iba a parar y que lo iba a complicar más todo. Y como fue, al preguntarle si no había sido un error violar la ley al poner en peligro a la periodista revelando sus datos, contestó que no y que Él está por encima de la ley.
Y la oposición, que no le deja pasar una, le contestó filtrando a su vez los números de teléfonos de su hijo José Ramón, de Claudia Sheinbaum, el de Él y de los más allegados a su gobierno, especialmente los más fanáticos de la 4-T, lo que lo enfureció aún más (especialmente que revelaran el teléfono de su hijo), le pareció una infamia.
Eso lo tiene descompuesto, se le ve mal, muy mal, de su cuerpo y de su mente, sobre todo de ésta, parece estar peor de lo que ya estaba, por momentos no coordina, no recuerda lo que tenía que decir, no puede pronunciar algunas palabras de difícil pronunciación, no se puede controlar, dice cosas sin sentido, como que el asesinato de dos aspirantes a la alcaldía de Maravatío en Michoacán no significa que haya violencia, que se trata sólo de una campaña en los medios para desprestigiar a su gobierno, en su imaginación ocurre todo lo contrario a lo que pasa en la realidad, está completamente desfasado, desubicado, está perdido en sus otros datos y esto me parece cada vez más peligroso.
Si bien es cierto que la revelación de sus relaciones con el narcotráfico en dos medios estadounidenses y en uno alemán, puede servir para que su candidata obtenga menos votos y la de la oposición más, lo que sería alentador para millones de mexicanos que lo tienen contra las cuerdas en las redes sociales (donde está la verdadera encuesta), puede provocar también que AMLO esté pensando cada vez con más convicción en no dejar el poder, pues fuera del cargo no tendría ya nada con qué negociar con la justicia de Estados Unidos su libertad.
Esto es lo que me parece preocupante, que si se siente irremediablemente acorralado y perdido, si se convence de que va a perder la elección, como de hecho la va a perder, basta con echarle un ojo a X, al Face y al Tik Tok para darse cuenta de que ocho de cada diez usuarios están contra Él y contra Sheinbaum; si esto ocurre, insisto, va a buscar la forma de no dejar la Presidencia. Ya anunció una incluso, dijo que si no le dejan otra salida va a mandar a todos sus jóvenes becados a provocar el caos el día de la elección, para solicitar al Congreso que sea anulado el resultado electoral.
Y como esa se le pueden ocurrir muchas cosas más, tiene bajo su mando al Ejército, la Marina y la Guardia Nacional, a cuyos mandos tiene comprados con miles de millones de pesos en obras, y puede provocar un baño de sangre. Es preocupante. Igual lo nuestro será salir todos a votar, cuidar la elección, vigilar el conteo de los votos, y salir la noche de la elección a festejar el triunfo. Independientemente de lo que se le ocurra al loquito del Palacio.
