Por Gustavo González Godina
Salí unos días de mi rutina para viajar, lejos de donde vivo, a despedir a un gran amigo que murió el Domingo de Ramos en el sur de Veracruz, allá llegando a Tabasco. Estaba yo ese día como a las 5 de la tarde en una fiesta de cumpleaños (dicen y dicen bien que el muerto al pozo y el vivo al gozo) cuando me avisaron que mi amigo había muerto al mediodía.
Nos salimos de la fiesta mi esposa y yo, fuimos a misa, y saliendo de ésta me dispuse a viajar. Tomé un autobús de Tepatitlán a Guadalajara, otro de Guadalajara a Puebla, uno más de Puebla a Xalapa y el último de Xalapa a Acayucan, Veracruz. Tras 19 horas de viaje esperaba yo llegar a la misa de cuerpo presente pero no fue posible, ya había terminado ésta, así que le pedí a un taxista que me llevara hasta el panteón de Oluta, donde acababan de bajar el cuerpo al fondo de la sepultura.
Al primero que saludé fue al ex alcalde Sabino Mora Rodríguez, quien al verme que llegaba yo con todo y maleta -mochila más bien-, me invitó a que me quedara en su casa los días que quisiera, le agradecí y le dije que le avisaba más tarde; luego llegó a saludarme otro ex presidente municipal, el profesor Ricardo Alemán; Chucho Gutiérrez y otros periodistas, y a continuación familiares de mi amigo muerto: Samantha, Chini, Chela, Yisel, Sandra, Luis, Lucy y doña Julia.
Del panteón nos fuimos caminando hasta la casa, platicando Chucho y yo acerca de lo que estaba ocurriendo en esos días: un día antes de la muerte de nuestro amigo Enrique Reyes, habían asesinado en Acatzingo, Puebla al candidato de Morena a la alcaldía, Jaime González Pérez; ese mismo día por la mañana, lunes 25, se había descarrilado el Tren Maya en Yucatán, el mismo que, recién inaugurado, se había descompuesto y quedado varado durante seis horas unos días antes, el mismo al que no se quisieron subir los Reyes de Suecia durante su visita a México, el mismo al que en Suecia llaman ya “el tren de la muerte”.
Y lo que faltaba. El domingo 31 de marzo en el Café de la Parroquia del Puerto de Veracruz, corrieron a gritos de ¡fuera! ¡fuera! ¡fuera! a la candidata de Morena a la gubernatura del Estado Rocío Nahle García, se fue a meter a la boca del lobo, la zona conurbada Veracruz-Boca del Río donde son los dominios de Miguel Ángel Yunes Linares y pagó las consecuencias. Y al otro día, lunes primero de abril, un día antes de regresarme a Jalisco, me entero de que asesinaron en Celaya, Guanajuato a la candidata de Morena a la alcaldía Bertha Gisela Gaytán.
Lo de la violencia contra los candidatos ya es el pan de cada día y apenas están comenzando las campañas electorales, morirán muchos más gracias al clima de impunidad que ha propiciado el gobierno de López Obrador. Como nadie castiga esos crímenes, y casi ningún otro, cualquiera se siente y actúa como matón, secuestrador, extorsionador… porque saben que no pasa nada. Lo digno de comentar es lo del Tren Maya y el repudio a la candidata de Morena al gobierno de Veracruz, porque son indicadores de que el Partido del Presidente va a perder la elección.
La descompostura primero, el desaire de los Reyes después, y el descarrilamiento del Tren Maya al final, sólo confirman que, para su desgracia, a López Obrador todo le sale mal, sus obras insignia no sirven para nada: una refinería que no refina ni un litro de gasolina, a pesar de haber sido inaugurada ya; un aeropuerto sin aviones porque las aerolíneas internacionales no quieren volar a y desde ese destino; aviones (porque el gobierno compra su propia aerolínea para obligarla a volar desde ahí) sin pasajeros, porque la gente no quiere utilizar el AIFA por las complicaciones para llegar a éste; y finalmente un Tren Maya, la máxima obra del gobierno de AMLO, que se descompone y se descarrila a los pocos días o semanas de haber entrado en servicio. Todo le sale mal: Refinería, Aeropuerto, Aerolínea y Tren Maya.
Y en cuanto a su candidatura en Veracruz, Rocío Nahle lo tiene todo en su contra, todo parece indicar que va a perder la elección: 1.- No es veracruzana, es de Zacatecas; 2.- No conoce el Estado ni sabe cuántos municipios tiene; 3.- Dejó a medias la Refinería Olmeca en Dos Bocas, que costó ya más del triple de lo planeado; 4.- Es déspota y prepotente, no permite que se le acerque la gente; 5.- Le han descubierto grandes mansiones que cuestan una millonada en Coatzacoalcos, Alvarado, Tabasco, la Ciudad de México y Nueva York, que no podría comprar con su sueldo como funcionaria pública, ni como senadora ni como Secretaria de Energía; 6.- El gobierno de Cuitláhuac García Jiménez ha hecho un pésimo papel en el Estado; 7.- Los grupos de Morena en Veracruz se han dividido al máximo y andan cada uno por su lado, los de Bola 8 (Erick Cisneros), Senyazén Escobar, Manuel Huerta, etc. 8.- Ya ni Claudia Sheinbaum la quiere, la ha dejado dos veces abajo del presídium en actos públicos, una de ellas atrás de las vallas metálicas entre la gente común y corriente; 9.- Le ponen enfrente al mejor candidato de la oposición, Pepe Yunes, con una gran trayectoria y experiencia en la función pública y que no tiene mala fama como ladrón, nunca lo han acusado de nada, y 10.- Se unen los Yunes rojos y los Yunes azules, los Yunes Zorrilla y Yunes Landa del PRI, con los Yunes Linares y Yunes Márquez del PAN, unos controlan la capital del Estado y la parte alta de la Entidad donde está Perote, y el sur (Coatzacoalcos), y los otros la zona conurbada Veracruz-Boca del Río donde está la mayor cantidad de votos, y la de Córdoba. Pierde Rocío Nahle, de Morena, la elección el 2 de junio. Apuesto doble contra sencillo si alguien se atreve a apostar.
Y Veracruz, Jalisco y la Ciudad de México son tres de las cuatro entidades con el mayor padrón electoral (la otra es el Estado de México), si las pierde Morena junto con Coahuila y Nuevo León, ¿con qué votos va a ganar la elección presidencial y la mayoría en el Congreso de la Unión?, ¿con los de Tabasco, Chiapas y Oaxaca?, en la península de Yucatán y el norte del país también pierde, con la excepción tal vez de Sinaloa, Sonora y Baja California donde domina y va a influir el narco, no le alcanza. Ahora bien, una cosa es que pierda AMLO la elección, y otra que reconozca la derrota…