Por L.N. María Marcela Sánchez Díaz
Cuando hablamos de calidad nos referimos a esas propiedades que tienen las cosas, los objetos, algo o alguien y que lleva un valor, es superioridad o excelencia si es de buena calidad o desagrado y malestar si es de mala calidad.
Te has preguntado ¿qué tipo de calidad de vida tienes? ¿Tu estilo de vivir o tus hábitos que llevas día con día te aportan bienestar o malestar? Cuando respondas te darás cuenta si vives con calidad plena o apenas sobrevives.
Una buena calidad de vida desde la percepción personal que tiene un individuo significa que la situación en su contexto cultural y de los valores en que vive, sus intereses, su salud física y emocional, sus relaciones sociales, su economía y la relación con el entorno que lleva, son buenos y le permiten vivir a gusto o de una forma excelente, pero que esto cambia cuando hay fallas en varias de éstas y lo llevan a vivir de manera angustiante e infeliz, hasta con riesgos para su salud, pues sus malos hábitos lo encaminan a una deficiente calidad de vida.
Es aquí donde entran los tan mentados estilos de vida, estilos que cada quien va adoptando, eligiendo y forjando a lo largo de la vida y que se vuelven patrones o conductas y nos habituamos a ellos porque creemos que nos hacen sentir bien, expresándolos en nuestro comportamiento a través de las actividades cotidianas que desarrollamos a diario, pero que consciente o inconscientemente van condicionando el estado de salud de cada uno bajo la influencia del trabajo, la nutrición, el ambiente higiénico-sanitario, el ejercicio físico y de esparcimiento, entre otros.
Por ello, es necesario que estos estilos de vida sean saludables, que sean hábitos instalados conscientemente, con toda la actitud de practicar conductas en pro de la salud, como lo es el consumo de alimentos a través de una dieta balanceada orientados a mantener la salud física y mental, haciendo actividades lúdicas y deportivas, buscando un buen sueño y el tratamiento para las tensiones y emociones negativas si las hay, una buena salud sexual, la satisfacción familiar y académica también, todo esto con una correcta distribución del tiempo.
Esto hará que disminuyan en gran medida tus riesgos a enfermar, no se garantiza gozar de una vida más larga, pero sí se garantiza que mejorará sobremanera la calidad de vida que llevas, eso se traduce en satisfacción y felicidad.
No olvides que, un hábito de ingesta inadecuada de alimentos es la entrada a muchos padecimientos como la obesidad, la hipertensión, la diabetes y otras, y que tener esas patologías desencadenan diferentes malestares, lo que es el reflejo de una mala calidad de vida, acude a tu nutriólogo, él te ayudará a mejorar tu estado de salud y lo mejor a prevenir las enfermedades.