Por Christian Villalobos
Nos encontramos en el quinto año de gobierno de Andrés Manuel y aún no somos Venezuela, pero tampoco somos la súper potencia que nos prometió, ni están en las cárceles los ex presidentes, tampoco vemos claro para dónde se está transformando el país, solo vemos mucho proselitismo y un innegable incremento de fuerza de MORENA, el partido que parece que está construyendo el triunfo electoral del próximo año por todos los medios, la preferencia electoral crece con cada encuesta, por lo que podemos presumir que Morena será el gigante del 2023 viviendo en estos momentos su plenitud , pero empezándonos a preguntar qué le sucederá a este partido cuando su mesías deje de gobernar.
Las corcholatas, como las ha llamado el Presidente de la República, se están moviendo como un enorme juego de ajedrez, en el que el amo y señor es AMLO y a la usanza de los ochentas parece que aún no tenemos ningún destapado, por lo que como dirían en mi rancho, Andrés Manuel los tiene “con el Jesús en la boca.”
Mientras tanto Alfaro, nuestro excelentísimo Gobernador, ya no tiene un pelo de popularidad, su gobierno se ha caracterizado por políticas recaudatorias, para prueba los operativos realizados en nuestro municipio por elementos de Tránsito del Estado y acompañados por la guardia nacional.
Encontramos un movimiento fragmentado, por una parte el presidente de Guadalajara que ahora se dedica a pasear por la avenida Alcalde tomándose selfis en cada taquería que puede, así como su contraparte el ex panista originario de ciudad Guzmán, aparece en toda la publicidad del gobierno del Estado.
Entonces ustedes se deben estar preguntando lo mismo que yo. ¿Qué está pasando con la coalición Va por México?, la respuesta es difícil, ya que sin duda intenta salir adelanté, pero con muy poca claridad en camino al próximo periodo electoral concurrente, lo cual es muy lamentable, ya que en este país parece no haber oposición digan desde hace varios años, solo con el ataque al INE se vio una respuesta genuina, la cual fue principalmente de la sociedad civil organizada, por lo que en conclusión, la esperanza de México siempre ha sido y siempre será su sociedad y no su clase política.