Hace unos 20 años, Tepatitlán implementó un sistema de recuperación de material reciclable que iba muy bien. Nos permitió ser ejemplo en la región por la forma en que, desde casa, separábamos los residuos y la autoridad dispuso de una estrategia excelente: el cambalache ecológico, recolección domiciliaria, etcétera.
Así, los niños, desde preescolar, hacían la separación de residuos en casa, los llevaban a su escuela y, al final del mes, pesaban el total del material reciclable. Las escuelas eran mencionadas por las autoridades con los primeros lugares obtenidos. Además, les daban dinero, no mucho, pero en algo ayudaban esos centavos.
Al pasar a domicilio para recoger “el reciclaje”, las amas de casa también se hacían de unos pesos.
Todo funcionaba muy bien. De hecho, de ahí nació el espacio de “acopio” e incluso, la oficina municipal de “Reciclaje Ecológico”.
Como todo en política, cuando le meten la mano los políticos, lo echan a perder.
Por alguna razón, en alguna administración dejó de hacerse. “No es negocio”, “nos cuesta ese programa”, “implementaremos otro mejor…”
Han pasado por lo menos 6 administraciones municipales y no hemos podido recuperar ese programa, esa política pública.
Hoy, en casa, seguimos generando basura. Si la separamos, los camiones recolectores se la llevan al mismo lugar; sigue la oficina municipal con personal y presupuesto, pero sin estrategia. Todo mal.
En las calles, las bolsas de basura que son hurgadas por gente que saca lo reciclable y, en el mejor de los casos, deja las bolsas abiertas, propiciando tiraderos en cada esquina.
Sigue habiendo material recuperable, sigue siendo “negocio”, hay interés por ese material, pero falta la política pública para atenderlo.
¿Y qué pasaría si alguna regidora o algún regidor plantea el programa?, ¿Y qué si algún funcionario se aplica en resolver el tema?, ¿Y si los ciudadanos implementamos la separación de residuos en casa y los entregamos a gente que pase a nuestro hogar y, además les damos un dinero extra por “llevárselo”?
Hay conciencia, hay necesidad; hay cultura. Falta hacerlo con astucia. No mucha, pero hay que aplicarla.