Nos encontramos nuevamente amigos lectores del periódico 7 dias, les recuerdo mi correo electrónico: jorgegerardotorres@hotmail.com, donde podrán darme a conocer todos sus comentarios sobre de esta columna, en esta ocasión tratare el tema: Putin el asesino.
Antes de continuar quiero darle el pésame a toda la familia de mi amigo: el Ingeniero y maestro Jaime Pozo Galán, quien falleció el jueves pasado. Era un catedrático de la preparatoria regional de Lagos de Moreno, y les dio clases a muchos actuales profesionistas de esta ciudad, era muy estimado y querido por toda la comunidad universitaria y por su gran cantidad de amigos, que lo apreciábamos en gran medida. Un abrazo a Estela su esposa y sus hijos que lo amaban entrañablemente.
Ahora bien, como ustedes podrán comprender, el tema que trato esta semana, de la guerra, se está dando en todas partes y es principalmente por ser una lucha tan desproporcionada; ya no se está dando nada más entre los soldados, sino la extendieron los rusos hasta la sociedad civil, con armamento del que no tienen un control adecuado y por tanto se extiende hasta las personas que no tienen nada que ver con esta absurda disputa entre Rusia y Ucrania, pero el actor principal de esta contienda es el presidente ruso Vladimir Putin, al que le urge ir a ver un psiquiatra o un psicólogo, porque está sumamente dañado, siendo un neurótico que tiene graves problemas de sentirse perseguido, por lo que día con día es cada vez más agresivo. Ha llegado a tal grado su temor que le hace ver cosas increíbles, como pensar que la Reina de Inglaterra, Isabel II, es una mujer extraterrestre, y decir que ella es un ser reptiliano. Por lo que, cuando Vladimir Putin se reunió con ella en 2014, para conmemorar el 70 aniversario del Día D, de la segunda guerra mundial, se mantuvo lo más lejos posible de la monarca y le comentó a sus colaboradores que el motivo era que había sido testigo de su transformación antes del acto. Según el mandatario ruso, sus manos se convirtieron en las de un reptil y se movió varias veces entre esta forma y el estado humano, diciendo que cuando sonrió, sus dientes mutaron en los dientes afilados de un reptil. La interpretación que hizo está totalmente desproporcionada, y según Putin, Isabel II realizó una demostración de fuerza y una advertencia para que no sigan molestando a su linaje reptiliano-Iluminati. En verdad me resulta preocupante que una persona como Putin que tiene tanto poder y el dominio absoluto sobre un poderoso arsenal nuclear, pueda disponer de él con tantas ideas tan persecutorias que tiene, tampoco resultan tranquilizadoras la imágenes de esas mesas gigantes en las que Putin despacha importantes asuntos a la máxima distancia posible de otras personas, incluso de sus más cercanos (no en el plano físico, por lo que vemos) colaboradores. No soy psicólogo ni psiquiatra y no me atrevería a diagnosticar completamente ningún trastorno a Putin, pero lo que sí es evidente es que el mandatario ruso está causando un gran dolor a su alrededor, con excusas que van cayendo como castillos de arena en la playa. En su cabeza, de la misma manera que Isabel II es una reptiliana, el pueblo ruso y el ucraniano son “un solo pueblo” y Ucrania no es un auténtico país, sino poco más que una invención de Lenin. Además, afirma que hay que desnazificar este país aunque en realidad está presidido por un judío, y según él está liberando al pueblo, aunque en estas zonas sus ciudadanos han salido a las calles a defender Ucrania, frente a esos supuestos liberadores enfundados en los uniformes del ejército ruso. Lo que en realidad sucede, es que para un ex-agente de la KGB, es difícil reconocer, que no puede recuperar según él un territorio que era de ellos. Pero más allá de los delirios imperialistas de Putin y de todos los intereses económicos y geopolíticos -gas, carbón, oro, heroína, mafias, oligarcas- el tirano ruso ha decidido que otro país no tiene derecho a ser lo que quiera, ni a ingresar a las organizaciones que desee. Y ese otro país, Ucrania, mucho más pequeño y con infinitamente menos recursos militares, ha decidido plantar la cara, así como defender los valores de la democracia liberal europea, frente a un autoritarismo socialista que cree que puede hacer lo que se le dé su gana con otro País.
Anteriormente les decía que no soy nadie para ir haciendo diagnósticos psiquiátricos y no me atrevo a hacer valoraciones concretas sobre el estado de salud mental de Putin, pero sí de echar mano de la fraseología popular y afirmar aquello de: “no hay loco que trague lumbre”, esperando pacientemente a encontrar un momento de debilidad occidental para iniciar su ataque y que la invasión de Ucrania resultara un paseo militar. Y así hubiera sido, seguramente, de no ser por la valentía y la determinación del pueblo ucraniano, dirigido por su líder, el Presidente Zelenski, que ha logrado, con su firmeza y sus numerosos aciertos comunicativos, cambiar la tibia respuesta internacional que, en un inicio, iba poco más allá de iluminar edificios, con los colores de la bandera ucraniana, mientras los ucranianos eran despedazados.
La verdad es que Ucrania, está dando una auténtica lección de defensa de la democracia liberal y de los valores europeos y eso nos llena de admiración a muchos de nosotros. Pero no podemos olvidar, ni por un segundo, que estamos hablando de una guerra con toda la dureza que contiene esa palabra. Se trata de jóvenes de 18 años que en lugar de estar arreglándose para salir con sus amigos, están preparando cócteles molotov unos ó empuñando las armas del ejército ruso otros, matando a sus vecinos ó bien muriendo ellos en el frente. Y se trata, también, de personas de la tercera edad de 70 años, que tendrían que estar disfrutando de una tranquila jubilación, tras una vida de trabajo y tienen que enfrentarse a una guerra para defender su país. Muchos podemos tener personas cercanas que están alrededor de los 18 ó de los 80 años y creo que a todos se nos rompe algo por dentro, si nos los imaginamos luchando en una guerra. Nadie debería pasar por esto nunca.
Vladimir Putin por lo visto es un psicópata, una persona malvada, capaz de ordenar ataques contras civiles, niñas, niños, contra hospitales, contra corredores humanitarios y contra centrales nucleares y personalmente deseo que acabe siendo juzgado por crímenes de guerra en la Corte Penal. Eso sería un alivio no solo para el resto de países de todo el mundo, sino también para Rusia. Las sanciones contra este país las acaban sufriendo sus ciudadanos, que ven como la esperanza de un futuro mejor se les escurre entre las manos, por culpa de un asesino que los gobierna. Por eso, muchos rusos salen a las calles, pese al riesgo de acabar hospitalizados ó detenidos, para gritar que no quieren que se ataque al país vecino y que se acabe la guerra.
Mi mente, mi esperanza están con Ucrania y también con todos los rusos que salieron de una larga dictadura, para acabar gobernados por esos mismos comunistas, transmutados en oligarcas -bajo las órdenes de un dictador- adicto a las drogas, a las mujeres y a ser un tirano, por eso digo abiertamente que Putin es un asesino, un sociópata, una persona sin corazón, capaz de todo por apoderarse de un país vecino.
El jueves pasado el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reunió con los países miembros de la OTAN en la comunidad de Bruselas, Bélgica y van a imponer más sanciones a Rusia y a los oligarcas rusos, como incautarles su dinero y propiedades, así como sanciones también a empresas rusas, con el fin de quitarles recursos, que pudieran utilizar para contratar mercenarios ó continuar por mucho tiempo la guerra contra Ucrania, también le hicieron la advertencia: que si utiliza armas químicas, le responderán en la misma medida, como quien dice; “con la vara que midas serás medido”.
Finalmente, en mi opinión Vladimir Putin es un asco, un presidente que no merece ese puesto, un asesino, psicópata, que no tiene la menor consideración con la gente, una rata inmunda que espero que pierda la guerra. Por su culpa ya van casi 4 millones de refugiados, más todos los que faltan.
Por esta ocasión es todo en la sección de cosas de la política, gracias por su lectura.