Por Christian Villalobos
El 19 de octubre de 2019 ocurre el primer culiacanazo: donde se detiene a Ovidio y supuestamente unas horas después el Presidente decide “ordenar su liberación” para que según él “evitar daños colaterales” los cuales ese día ya había con quema de camiones y vehículos.
El día 5 de enero de 2023, poco más de 3 años después, los daños colaterales del cartel de golfo causaron quizá mayores estragos en la salud de los mexicanos y daños colaterales mayúsculos en su segunda detención.
¿Aún creen que fue buena idea haberlo soltado la primera vez para después volverlo a detener?, o tenemos un Presidente tan ingenuo de lo que decía Maquiavelo “El que tolera el desorden para evitar la guerra, tiene primero el desorden y después la guerra” o solo fueron malos cálculos del Presidente, o peor aún, el operativo se dio sin la autorización del Presidente, pero con la injerencia de USA, pues ocurre a unas horas de que Biden llegue a México.
Las preguntas serían:
¿Seguirán las misteriosas visitas a Badiraguato?
¿Había o no pacto?
Si lo hubo ¿Quién lo rompió o a qué costó?
¿Seguirá la política de Abrazos y no Balazos?, porque las agresiones a los militares no fueron con abrazos.
¿Seguirá el ejército sumiso ante el crimen organizado?
¿Habrá dormido bien anoche el Presidente?
¿Qué facturas pagará la 4T si se faltó al pacto de impunidad?
Mientras todo esto sucede los ciudadanos inocentes siguen padeciendo los estragos de esta guerra, parece que no existe una estrategia clara en materia de seguridad, como si estos temas respondieran a ocurrencias de un megalómano.