Por Christian Villalobos
Desde el inicio de la civilización sedentaria, los seres humanos hemos transformado los campos de manera permanente, destruyendo los ecosistemas para aumentar los campos de cultivo y ganadería, del mismo modo hemos seleccionado los mejores especímenes para la crianza de ganado y semillas, por lo que realmente nos tomamos la atribución del cambio genético desde hace aproximadamente 4 mil años.
Sin embargo, en este ensayo me concentraré en mi región geográfica, “Los Altos de Jalisco”, una región famosa a nivel nacional por ser el gigante agroalimentario de jalisco, cuenta con la segunda cuenca lechera mas grande del país, así como campos de temporal que producen abundante maíz, trigo, chía, agave, entre otros productos agrícolas.
En el área de la ganadería podemos encontrar en el municipio empresas de importancia nacional en materia avícola, un enorme porcentaje de la población de Acatic y Tepatitlán encuentra su fuente de empleo en esta actividad, pero no es el único producto de origen animal que se produce en nuestro municipio, tenemos una enorme producción en materia de carne de res y cerdo, así como ovinocultura que abastece al Estado y partes del país.
Los resultados productivos de esta región y mi municipio no son fruto de la casualidad, son la consecuencia directa del esfuerzo y fuerza de producción de nuestra población, personas que tienen tatuado el valor del esfuerzo y el trabajo en su corazón, personas que logran hacer de nuestros campos los más productivos del Estado.
Sin embargo, una industria que ha encontrado un auge considerable en las últimas décadas es la industria tequilera, el disparo de la demanda por el “oro azul”, es decir la planta de agave, trajo como consecuencia que muchos campos que antes estaban destinados a la producción de maíz y otros productos, ahora se destinen únicamente a la producción de la planta de la cual se extrae la bebida alcohólica más representativa de México.
Con gran preocupación observamos como nuestros montes son talados de forma exagerada para dar paso a los sembradíos de agave, nuestro paisaje antes lleno de bosques de coníferos, hoy se transforma en campos azules, pero esto tiene un profundo efecto en la naturaleza, contribuye a la destrucción de cantidad de especies de plantas y animales, así como a un considerable aumento de las temperaturas climáticas debido a la falta de árboles.
Ante esto es muy importante cuestionarnos si no existe otro camino en el cual podamos encontrar un sano equilibrio entre el desarrollo de nuestras industrias y el cuidado del medio ambiente a través de la protección de nuestros ecosistemas.
Por lo que aprovecho para hacer un exhorto a todas nuestras autoridades de los diferentes niveles para que apliquen medidas más severas sobre quien contamine y destruya nuestros ecosistemas, ya que no es ningún secreto quiénes son los propietarios de esos predios que de la noche a la mañana están limpios y listos para ser sembrados, sin mencionar las granjas que contaminan la tierra y el agua, así como a mi generación de jóvenes los invito a que tomemos nuestro papel histórico y determinante salvaguardando el futuro con acciones responsables y contundentes.