Por Christian Villalobos
Se dice que gobernar significa transformar hábitos, esto representa un reto para todos los partidos que gobiernan en el mundo, una vez que ganan una elección, su aspiración es mantenerse en el poder por siempre y para siempre. Sin embargo, el desgaste que el mismo poder genera es inminente, por ello es necesario crear redes clientelares o doctrinas que supongan que es el camino a la prosperidad.
Hoy la política en México está centrada en un gobierno que para mantener su establishment (cuidar o mantener el orden establecido) de otorgar dádivas y recursos a cambio de votos, conducen a un estado paternalista, la idea de quitar el seguro popular, la escasez de medicamentos, las instancias infantiles, no son parte de una política pública que buscaba mejorar, sino una muy bien planeada de pisotear tanto a los necesitados, como para necesitar del gobierno que sea su única opción. Entre más pobre e ignorante es el pueblo, más necesidad tiene de quienes se presentan como una “esperanza”.
En 2018 MORENA tenía en las manos intentar hacer un buen gobierno o garantizar los sucesivos triunfos; optó a ojos cerrados por lo segundo, el resultado es empírico, y de resultados casi seguros, aunque las consecuencias sean catastróficas en el corto, mediano y largo plazo. A los latinoamericanos por lo regular nos interesa el plato de sopa de hoy, masque el filete del mañana, pues hoy se tiene hambre, mañana quizá ya no viva.
La ecuación es sencilla y lo mencioné, la derecha se condena por sus resultados y a la izquierda se le premia por sus intenciones.