Opinión

Sociedad decadente

Por Gabriela González Ontiveros

Continuamente me pregunto y me preocupo: ¿hemos valido madre como sociedad? ¿Hay más gente mala y aún muchas más ignorantes que echan a perder a la mayoría? Yo quisiera creer que no, pero luego pasan cosas tan sencillas como el extravío de una cartera, y eso me lleva a pensar lo contrario y decir, lamentablemente, que sí, valemos madres. Vamos, que volamos. Les platico.

Esta semana un lector perdió su cartera en las cercanías de su domicilio. La cartera contenía su credencial del INE, tarjetas y demás. El afectado tenía una idea de dónde se le pudo haber caído y tuvo acceso a unas cámaras de seguridad, en las que se observó cómo dos jovencitos vieron la cartera tirada, la tomaron, la miraron, voltearon a ver los domicilios y se fueron. No intentaron tocar en el domicilio que aparecía en la credencial; tuvieron la oportunidad, pero no quisieron.

Los afectados decidieron publicar una captura del video en la que se veía a los jóvenes de espaldas y ocultando sus rostros, pidiendo a estos que, por favor, regresaran la cartera. Señalaban que estaban apelando a su buena voluntad, ya que tenían el video completo y confiaban en que los jóvenes regresarían la cartera por su cuenta. ¿Usted ve algo malo?

Bueno, pues ahí se desató la “Dios es Cristo”: “¿Qué de malo tiene encontrarse una cartera? Todo el mundo la tomaría”; “La culpa la tiene quien la perdió por descuidado; a todo el mundo le pasa. Encontrarse cosas tiradas en la calle no es un robo”; “No es un crimen encontrar una cartera en la calle”. Mensajes como estos fueron demasiados para mi gusto, algunos más despectivos que otros, y es ahí donde sospecho que ya nos llevó la chingada como sociedad.

“Muy rica y peleando por una cartera, eso son mamadas, pinche gente merecida que vale pura verruga. No se vale porque de puerta para afuera es calle. Esta gente cree que puede humillar porque tiene dinero; no se vale, todos somos iguales. “Al panteón no se va a llevar su cartera”, señaló una tal Lupita. Como ella, otros tantos se dejaron venir como un ejército defensor de los rateros.

“Yo pura mamada la regreso, y los chicos que la encontraron, metan una contrademanda porque Ésta anda como si trajeran un millón en la maldita cartera”, dijo Liliana.

Mientras tanto, Laura criticó al que la tiró: “El pendejo fue el que la tiró. Si el que la encontró no quiere regresarla, pues en su derecho está. Si él la hubiera sacado de la bolsa de alguien o tomado de algún lugar, sí sería robo”, algo que confirmó Estela, quien dijo que si alguien encuentra algo y no lo regresa, no es robo: “Si se la hubiera robado, sería del bolsillo de alguien. Él se la encontró tirada, y si no la regresaba, estaba en su derecho. Eso para mí no es robo”.

Y de plano, Indily vio el robo más bien como una intervención divina a favor de la delincuencia juvenil: “Dios los bendijo, así que no son rateros. Estaba en la calle. Hay que ser más cuidadosos con nuestras cosas personales”.

Pero luego llega la gente que, además de mala, es ignorante. Y ahí es donde digo: no me chinguen. ¿Cómo sobreviven y hablan así a diario?

“Ojalá y los jóvenes que encontraron la cartera se pongan listos, denuncien porque los exhibieron en redes sociales sin su consentimiento, y por si no lo sabían, existe la Ley Olimpia que protege y ampara estos hechos”, dijo Charlotte. ¡JAJAJAJAJAJAJAJA! me reí a carcajadas cuando lo leí. Lo reconozco. ¡Ah, raza! Se avientan unos argumentos tan seguros de sí mismos que hasta se los creen.

Bueno, para esa tal Charlotte, que tiene nombre de reina, aunque dudo que tenga los estudios de una, la Ley Olimpia solo aplica para la violencia digital sexual. Es decir, se encarga de sancionar los delitos que violen la intimidad sexual de las personas a través de medios digitales. Más claramente, el delito se comete para “quien videograbe, audiograbe, fotografíe, filme o elabore imágenes, audios o videos reales o simulados de contenido sexual íntimo de una persona sin su consentimiento o mediante engaño”. Y, pues, que yo sepa, una fotografía de alguien de espaldas, pidiéndoles que por favor regresen la cartera, no tiene nada de sexual.

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Todo esto porque los afectados querían que la cartera se les regresara. Como los muchachos no lo hicieron de inmediato, ni a la hora, esto a pesar de que habían observado el domicilio en la credencial, no fue hasta que salió la publicación de la fotografía que uno de ellos decidió contactarlos y pedirles el video. Y ya que lo vieron, ¿pues qué creen? Efectivamente, regresó la cartera, sin dinero, pero la regresó. Esto último para tranquilidad de las personas que pedían que se les diera recompensa por la buena obra, porque los habían acusado de rateros por levantar algo tirado, y que dinero era lo mínimo que se merecían. No se preocupen, esas personas solitas agarraron el dinero.

Y pues este no es el único caso. Esta semana yo supe de por lo menos tres personas a las que se les cayó la cartera, pero creo que a diario hay uno, porque así somos, distraídos, viviendo de prisa. Accidentes que nos pueden ocurrir a cualquiera, y no por eso merecemos que nos chinguen. A veces lo que traemos en la cartera es todo lo que nos queda para la semana o el mes. No sabemos las historias que hay detrás de cada situación.

Y la verdad es que no me preocuparon tanto los chavitos como los adultos, los que se supone deben poner el ejemplo a los niños. Porque son nuestros niños quienes van a batallar en un mundo donde, si no chingas, te chingan, parece ser el lema.

Es muy difícil criar a las bendis, pero empecemos por hacerles costumbre pedir las cosas por favor y dar las gracias, a respetar a sus abuelos. Yo al mío, si es necesario, le tengo que dar un estirón de acomodamiento de ideas cuando anda de grosero con los suyos o con quien sea.

Enseñémosles desde pequeños que los adultos y los niños mismos no son superiores a otros, a no burlarse de un compañerito por cómo viste, por ser tímido, por tener más o menos altura, peso, lo que sea. Enseñemos a nuestros hijos desde ya, que la vida tendrá sus sobresaltos y dificultades, pero que está en nosotros levantarnos y salir adelante. Y para ello, no tenemos que “chingar” a los demás, porque si no, cuando en un futuro más cercano que lejano, a alguien se le caiga la cartera o el celular (objetos que, por supuesto, pueden dar con el dueño), nos vamos a encontrar cada vez más con personas que están seguras de que lo que se encuentra en la calle es de la calle, y si lo perdiste, “pues ya te chingaste, por pendejo”.

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