Por Gustavo González Godina
Al principio me alegró que el senador Ricardo Monreal haya votado en contra del Plan B para la Reforma Electoral. “Votó con dignidad -pensé-, demostró que es un patriota y no un lacayo”. Pero más tarde en el transcurso de la noche, viéndolo bien y pensándolo mejor (como dicen en mi rancho), el gozo se fue al pozo cuando cambié de opinión:
¿Y para qué? -me cayó el veinte-, ¿de qué sirve que el “líder” de Morena en el Senado haya votado en contra, si no lo apoyaron sus compañeros de partido y el Plan B de todas maneras fue aprobado?, ¿qué clase de liderazgo tiene Monreal en su grupo parlamentario, que no pudo convencer a una decena de sus compañeros de que votaran como Él, en contra?
La primera y la más fácil explicación es que se trata de un líder de a tres pesos. Pero la cosa no es tan sencilla. Si de otro tema se tratara y no de política, cualquiera pensaría que Ricardo Monreal es un hombre congruente, de principios, que votó en conciencia por lo que cree correcto, legal y democrático, como se ha cansado de cacarearlo durante meses, y que simplemente no pudo convencer a sus compañeros.
Pero en política no se usa eso de la conciencia, ni de la corrección, ni de la legalidad y la democracia, en política todo son intereses, acuerdos, negociaciones, enjuagues, se hacen tratos y se cumplen, o se violan y se traicionan. Y lo más probable es que sea ésta la explicación del actuar de Ricardo Monreal, que finalmente llegó a un acuerdo con Andrés Manuel López Obrador y disfrazó de conciencia su traición.
Pregunté en días pasados en mi cuenta de FB: ¿Qué negociará Monreal, la candidatura de Morena a cambio de apoyar la Reforma, o la de Va por México a cambio de frenarla? Bueno, la noche del miércoles tuvimos la respuesta: Finalmente se pasó de vivo. Quiso quedar bien con los dos y terminó quedando mal con ambos, los de Morena ya no lo quieren porque su voto fue contra la Reforma, y la Oposición tampoco porque no pudo frenarla.
Su voto aislado en contra, me parece que fue acordado con López Obrador. ¿A cambio de qué?, ni siquiera de la candidatura de Morena a la Presidencia de la República, porque esa ya está prometida para la Sheinbaum: “Tú votas, tú solo, en contra de la Reforma para que quede a salvo tu dignidad, pero dejas que tu gente en la bancada vote a favor; y a cambio serás el candidato de Morena a jefe de Gobierno de la Ciudad de México”.
Y bueno, de lo perdido lo que aparezca. No vio claro con Dante Delgado y con Marko Cortés, el PRI y el PRD si lo habían aceptado ya para que fuera el candidato de la Alianza, pero faltaban dos actores importantes y se la jugó. Monreal sabe (o debería saberlo) que AMLO no le va a cumplir, que le mintió, lo engañó y lo va a traicionar, porque es lo que mejor sabe hacer el Presidente: mentir, engañar y traicionar. Pero se la jugó y apostó por Morena. Olvidó por un momento que cuando se apuesta se gana y se pierde.
¿Por qué creo que así fue? Bueno, porque enfrentarse a AMLO, siendo como es éste, habría traído como consecuencia la inmediata destitución de su cargo como presidente de la Junta de Coordinación Política y a continuación la expulsión de Morena (lo que le hubiera convenido más, hubiera sido bien recibido en la oposición), sin embargo, le preguntaron al Presidente en la mañanera del jueves si debería ser expulsado, y contestó sonriente que no, que porque no es stalinista y no es partidario de las purgas. Como si no lo conociéramos, es peor que Stalin pero sin la inteligencia de éste.
Y para acabarme de convencer del pacto, el jueves Ricardo Monreal se dijo agradecido con el Presidente por haber dicho que no lo corrieran. Ni siquiera lo mencionó López Obrador por su nombre, ni por su cargo, ni de ninguna otra manera, sólo contestó que no a la pregunta de si debería ser expulsado del Partido. ¿Así o más claro? ¿Cuál conciencia?, ¿cuál dignidad?, ¿cuál patriotismo?
Su problema, para Monreal, es que se quedó como el perro de las dos tortas, sin la una y sin la otra. Lo derrotó Andrés Manuel López Obrador en toda la línea. A menos que ocurriera algo no previsto, se acabó la carrera política de Ricardo Monreal, ya no es nadie, apesta para unos y para otros. Y mire que es un político muy avezado, con mucha experiencia y no poca inteligencia, pero al mejor cazador se le va la liebre. Tanto pensarlo y tanto hablar… y en el momento definitivo se apendejó.
Días antes de ese post que le platiqué, acerca de con quién negociaría el Senador, pensé en poner otro que dijera “Me está empezando a latir que Monreal es puro cabrón. Va más en serio Marcelo Ebrard”. Y mire lo que son las cosas, se acabó Ricardo Monreal para la oposición, sólo queda Marcelo Ebrard como posible disidente de Morena para encabezar a Va por México. Si es que no se baja los pantalones y se empina también.
Barbosa y Gómez Leyva
El miércoles de esta semana, luego de la muerte del gobernador de Puebla Miguel Barbosa, dije en mi cuenta de FB que este personaje, como Martha Érika Alonso y Rafael Moreno Valle, solo sería parte de una estadística, que morirán muchos más en este proceso de “transformación”. Bueno pues al día siguiente, poco después de las 11 de la noche, dos pistoleros en una motocicleta trataron de asesinar al periodista Ciro Gómez Leyva cuando estaba a punto de llegar a su casa, le hicieron varios disparos, pero salvó la vida gracias al blindaje de su camioneta, según informó Él mismo en sus redes sociales.
