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Opinión

Oposición sin visión, sin estrategia y sin vergüenza

Por Oscar Miguel Rivera Hernández

Se me hace muy difícil de entender a los expresidentes, medios de comunicación y ciertos líderes políticos cuando critican sin fundamento el proyecto de la Cuarta Transformación. Sorprende más, la falta de autocrítica de personajes como Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón, quienes, no tienen vergüenza y arremeten contra las obras y políticas del actual gobierno. Hablan de economía, seguridad y democracia, como si sus gobiernos hubieran sido modelos de eficacia, transparencia y bienestar para todos.

Resulta irónico que aquellos que desmantelaron la infraestructura del país —el ferrocarril de pasajeros, Luz y Fuerza del Centro, y otros pilares de desarrollo nacional— hoy critiquen proyectos como el Tren Maya o el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA). ¿Cómo pueden señalar un supuesto despilfarro de recursos cuando cargan en sus espaldas la privatización más rapaz de la historia moderna de México?

El problema de fondo no son las críticas en sí mismas; es su absoluta carencia de propuestas alternativas. La oposición, lejos de articular un proyecto que supere a la Cuarta Transformación, se ha refugiado en el discurso fácil de la descalificación. Acusan retrocesos económicos, pero olvidan mencionar que heredaron un país con profundas desigualdades y estructuras corruptas que favorecieron a unos cuantos. Hablan de inseguridad, pero evitan recordar que bajo su gestión floreció el narcotráfico como un verdadero poder paralelo.

En el terreno económico, critican la política energética y los proyectos estratégicos de infraestructura, tachándolos de inviables o insostenibles. Sin embargo, ¿qué ofrecieron ellos durante sus gobiernos? Mientras Fox y Calderón se limitaron a la extracción y exportación de petróleo sin fortalecer a Pemex, AMLO rescató la soberanía energética mediante la refinería Dos Bocas y la rehabilitación de refinerías. Hablan de inversión extranjera, pero fue Salinas quien hipotecó al país con el TLCAN sin prever el impacto en los pequeños productores nacionales.

Uno de los ejes discursivos más recurrentes de la oposición es la supuesta complicidad de la Cuarta Transformación con el narcotráfico. Figuras como Carlos Loret de Mola y Marko Cortés repiten hasta el cansancio narrativas que carecen de sustento, desde el “culiacanazo” hasta los resultados de elecciones en territorios dominados por el crimen organizado. Sin embargo, nunca explican por qué durante los sexenios de Calderón y Peña Nieto se dispararon los niveles de violencia y corrupción ligados al narcotráfico.

La estrategia de “abrazos, no balazos” ha sido blanco fácil de ataques. No obstante, cabe preguntarse: ¿fue mejor la guerra abierta de Calderón, que dejó más de 121 mil muertos y 26 mil desaparecidos? ¿Dónde está el éxito de esa estrategia que prometía desmantelar cárteles y en cambio fortaleció su poder mediante colusiones con las propias instituciones de seguridad?

La oposición ataca las obras insignia de la 4T como el Tren Maya, argumentando daño ambiental y social, sin mencionar que la iniciativa busca conectar regiones históricamente marginadas del sur del país. También critican al AIFA, ignorando que representa una alternativa funcional y necesaria frente al colapsado Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

A diferencia de sus legados, que son un desfile de fracasos. ¿Quién puede olvidar el tren México-Toluca de Peña Nieto, una obra incompleta y plagada de corrupción? ¿Qué hay de los contratos leoninos con empresas extranjeras durante el sexenio de Zedillo, que condenaron a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) a una dependencia insostenible?

También han surgido críticas internacionales alimentadas por actores externos. Con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, se exploró la posibilidad de ir tras el expresidente Andrés Manuel López Obrador bajo acusaciones infundadas de vínculos con el narcotráfico. Estas acusaciones carecen de sustento y se enmarcan en una estrategia para desacreditar a la Cuarta Transformación. Es lamentable que figuras como Ernesto Zedillo, desde la comodidad de sus foros internacionales o incluso participando a distancia, se sumen a estas narrativas. Zedillo no solo critica la estrategia de seguridad de la 4T, sino que también utiliza calificativos como “caudillo” para intentar deslegitimar los avances actuales, olvidando que fue bajo su gobierno que se consolidó la privatización de sectores clave.

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Los ataques no terminan ahí. En el ámbito internacional, sectores conservadores en Estados Unidos, incluyendo legisladores republicanos, han amplificado estas narrativas. Algunos han llegado a proponer intervenciones militares bajo el pretexto de combatir el narcotráfico en México, una idea peligrosa que atenta contra la soberanía nacional. Estos discursos encuentran eco en medios opositores y figuras locales que buscan proyectar una imagen de caos y descomposición social, ignorando los esfuerzos de la 4T por construir un país más equitativo y soberano.

Lo más preocupante no es que critiquen estas obras, sino que no proponen nada mejor. ¿Dónde está su visión de país? ¿Dónde están las soluciones que respondan a las necesidades reales de la población? La respuesta es desoladora: no existen.

Para entender la falta de legitimidad de la oposición, basta con analizar sus propios saldos. Salinas entregó los bienes del Estado a sus amigos bajo el disfraz de la modernización económica; Zedillo culminó el desmantelamiento del sistema ferroviario, privando a millones de mexicanos de un medio de transporte eficiente; Fox, entre ocurrencias y desatinos, desperdició una oportunidad histórica de consolidar el cambio democrático; y Calderón desató una guerra que sumió al país en una espiral de violencia que aún no termina.

Si estos personajes pretenden erigirse como referentes éticos y políticos, están condenados al fracaso. La memoria colectiva no olvida sus errores ni sus complicidades.

Es cierto que el actual gobierno nos está quedando a deber en temas importantes como seguridad y salud. La falta de medicamentos oncológicos y los altos niveles de violencia son problemas reales que merecen atención prioritaria. Sin embargo, estas críticas no pueden venir de quienes toleraron peores condiciones o, incluso, las fomentaron.

Otro de los problemas de la oposición, a demás de la falta de inteligencia, es también, la ausencia de congruencia y credibilidad. Critican por criticar, sin entender que su propio pasado los descalifica.

México necesita una oposición, responsable y con propuestas. El país no avanza con ataques vacíos ni con narrativas de miedo. La Cuarta Transformación, con todos sus desafíos, representa un intento genuino de construir un modelo de desarrollo más inclusivo y soberano. Si la oposición aspira a ser relevante, deberá dejar atrás sus prácticas del pasado y empezar a construir, no a destruir.

Por ahora, su incapacidad para articular un proyecto alternativo los condena al mismo destino de sus ideas: el olvido.

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