+ Ya lo condenaron a 80 años de prisión por famoso
Los corridos decían que Marco Ramírez Chávez era un joven estudiante y trabajador, hasta que el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) lo sedujo. “No hubo avance, tuve que entrarle”, rezaba una de las letras. Pronto comenzó a escalar en la organización hasta convertirse en uno de los líderes criminales en Irapuato, Guanajuato, bajo el alias de El Chacorta. Sin embargo, las letras de sus canciones tendrán que cambiar: Chacorta ha sido sentenciado, irónicamente, gracias a los mismos corridos que lo hicieron famoso.
En una sentencia sin precedentes en Guanajuato, los narcocorridos fueron pieza clave para que la Fiscalía del estado acreditara la identidad y el perfil criminal de Marco Ramírez Chávez, alias El Chacorta, vinculado al CJNG. Fue condenado a 80 años de prisión por el secuestro y homicidio de un joven identificado como Luis, ocurrido en 2020.
Las canciones detallaban su papel como operador criminal, su estilo de vida y hasta mencionaban a su madre, “Celina”, nombre que coincidía con su acta de nacimiento, como lo corroboró el agente investigador.
Las letras también lo situaban como integrante del grupo élite del CJNG, subordinado a “El Doble R”, identificado por autoridades como Ricardo Ruiz Velazco, considerado el segundo al mando del cártel. Según la sentencia —a la que El Diario Reforma tuvo acceso— el secuestro de Luis ocurrió el 9 de septiembre de 2020, en la comunidad de Guadalupe de Paso Blanco, en Irapuato.
El plagio fue perpetrado por Marco Ramírez, quien llegó al domicilio de la víctima acompañado por dos mujeres. Una de ellas era Josefina Yosany Ramírez Vargas, alias La Chepa, en ese momento jefa del CJNG en Irapuato y pareja sentimental de El Chacorta. A punta de pistola, obligaron a Luis a subir a un vehículo sedán rojo. Fue la última vez que se le vio con vida.
Al día siguiente, los familiares de Luis recibieron un mensaje exigiendo 250 mil pesos como rescate. Ante la falta de recursos, ofrecieron una camioneta y las escrituras de una propiedad. Sin embargo, el intercambio nunca se concretó porque el vehículo presentó fallas mecánicas.
El 25 de septiembre de ese año, los colectivos de madres buscadoras A tu encuentro y Sembrando Comunidad, con apoyo de las Fuerzas de Seguridad Pública del Estado (FSPE), localizaron el cuerpo de Luis en una fosa clandestina del Cerro del Conejo, una zona donde se han encontrado al menos 75 cadáveres en los últimos años.
Gracias a testigos presenciales, el agente investigador identificó a Ramírez Chávez como el plagiario. Los narcocorridos ayudaron a confirmar su identidad, su relación con La Chepa, su rol dentro del CJNG y sus vínculos familiares.
Las canciones “El Chacorta”, “Soy Chacorta” y “Equipo Chacorta”, compuestas por Héctor Manuel Hernández —del grupo El León y su Gente— narraban la vida del ahora sentenciado como uno de los líderes del CJNG en Irapuato. Detallaban que vivía en la comunidad de Arandas, a 10 minutos del lugar donde fue hallado el cuerpo de Luis, y que fue criado por su madre Celina, datos que fueron corroborados oficialmente.
También se mencionaba a La Chepa, quien, según las letras, había purgado una condena de dos años, información que coincidía con registros penitenciarios. En agosto de 2020, medios ya la señalaban como una de las cabezas del CJNG en Irapuato junto a El Chacorta.
Durante las audiencias se proyectaron fragmentos de los tres temas interpretados por El León y su Gente —una agrupación que en redes sociales ofrece corridos por encargo por 20 mil pesos—. El tribunal consideró lícita la inclusión de estos narcocorridos como parte del contexto probatorio, al haber sido obtenidos de plataformas públicas y reforzados por otras pruebas directas.
El Tribunal de Juicio Oral de Valle de Santiago concluyó que Marco Ramírez Chávez fue coautor del secuestro cometido el 9 de septiembre de 2020. La sentencia impone prisión, multa, reparación del daño y la negación de cualquier beneficio sustitutivo.
La condena de El Chacorta abre una nueva etapa para los narcocorridos: de alabanza criminal a prueba judicial. Y aunque no es la primera vez que se sospecha que las letras de este género pueden delatar a un narco —como en el caso de El Piyi, sicario del Cártel de Sinaloa detenido en septiembre—, sí marca un precedente jurídico claro.