Por Oscar Miguel Rivera
¡Hola a todos! Hoy les traigo una reflexión que, dependiendo de su perspectiva, puede interpretarse como un análisis, una impresión o incluso una crítica. En esta ocasión quiero compartir un recuento de lo que considero más relevante en algunos de los acontecimientos políticos recientes en México y el mundo. Desde reformas constitucionales hasta decisiones que han marcado el rumbo del país, así como las elecciones más relevantes en el mundo. Este texto busca ofrecer una visión crítica sobre los temas que han moldeado nuestro presente y que, sin duda, influirán en el futuro. ¡Comenzamos!
Este año, el panorama global también estuvo marcado por eventos significativos que resonaron más allá de las fronteras de cada nación. Desde la escalada en los conflictos geopolíticos, como la persistente guerra en Ucrania y las tensiones entre grandes potencias, hasta los avances tecnológicos que están transformando nuestras vidas, como la inteligencia artificial generativa y la carrera espacial comercial.
En el ámbito electoral, el año 2024 estuvo marcado por elecciones trascendentales en diversas partes del mundo. En México, donde se tuvo la elección de la primera mujer y quien además es de izquierda, Claudia Sheinbaum. En Estados Unidos, la contienda presidencial generó gran expectación, reflejando profundas divisiones sociales y políticas, saliendo triunfante, por segunda ocasión, Donald Trump. En Europa, países como España y Polonia celebraron elecciones generales que pusieron a prueba la estabilidad de sus democracias y el equilibrio entre fuerzas conservadoras y progresistas. En América Latina, Venezuela, Brasil y Argentina también vivieron procesos electorales relevantes, destacando la pugna por agendas económicas y sociales en contextos de creciente polarización.
Estos eventos subrayan la importancia de la participación ciudadana y de mantener sistemas democráticos robustos frente a los retos contemporáneos. El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, fue reelecto para un tercer mandato, algo que no permite la Constitución de ese país, cuando tan solo la mitad del censo había acudido a votar.
El año 2024 ha quedado inscrito en la historia mexicana como un período de transformación profunda, cargado de reformas constitucionales y decisiones políticas que han cambiado el curso de nuestro país. Desde luego que, ha resultado inevitable para la oposición al poder, cuestionar si estas medidas fortalecen la democracia y el estado de derecho, o si, por el contrario, agravan la polarización y debilitan esos contrapesos institucionales que se han ido construyendo.
El legado legislativo de Andrés Manuel López Obrador dejó una marca imborrable con 27 reformas constitucionales aprobadas, muchas de las cuales han sido continuadas por su sucesora, Claudia Sheinbaum. Entre ellas destaca la integración de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, una medida que, aunque busca fortalecer la seguridad pública, sin dejar de generar controversia con la oposición, volviendo en la narrativa de estos esa supuesta inquietud sobre la “militarización del país y sus posibles implicaciones en los derechos humanos”.
La extinción de organismos autónomos como el INAI y el Coneval también han provocado polémica entre las fuerzas políticas en las cámaras. Estas instituciones fueron creadas como garantes de transparencia y rendición de cuentas desde 2002, primero como IFAI y posteriormente en el 2015 cambia a INAI, y su desaparición se hace bajo el argumento de sospecha de estar plagado de corrupción y de generar ahorros para el Fondo de Pensiones para el Bienestar.
Entre las reformas más controversiales destaca la judicial, que introduce la elección de jueces, magistrados y ministros mediante voto popular, reduce el número de integrantes de la Suprema Corte y elimina el Consejo de la Judicatura. Estas medidas, según sus promotores, buscan democratizar el poder judicial; sin embargo, sus detractores argumentan que podrían abrir la puerta a la influencia partidista en un ámbito que debe permanecer imparcial. Estos detractores hoy se presentan como “defensores de la democracia” y de la “independencia” del Poder Judicial, son los mismos que se beneficiaron, tuvieron privilegios y traficaron con influencias. Esos mismos empresarios y políticos que prosperaron gracias a las reformas de Salinas, Zedillo, Calderón y Peña Nieto, quienes nunca dudaron en abrir las arcas públicas para aumentar sus cuentas bancarias.
El ascenso de Claudia Sheinbaum como la primera mujer en ocupar la presidencia de México es un hecho histórico. Con ello, también hereda un legado político que incluye reformas. Sheinbaum no solo ha continuado con las iniciativas de su predecesor, sino que ha promovido sus propias propuestas, como la creación de nuevas secretarías y organismos para abordar temas de igualdad de género, transformación digital y anticorrupción. Esta última, buscando hacer menos ostentoso el trabajo que venía haciendo el INAI.
Entre las reformas aprobadas en su mandato destaca la que garantiza la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres, un avance importante en la lucha por los derechos de género. En este rubro, queda el reto de acortar la brecha de inequidad y violencia de género, que en nuestro país sigue siendo algo amplia.
El incremento del salario mínimo y la creación del Fondo de Pensiones para el Bienestar son logros significativos en materia de justicia social. Aumentar el salario diario de 248.93 a 278.80 pesos y garantizar pensiones completas para los trabajadores y refleja un compromiso con el bienestar de los sectores más vulnerables. Ahora, el gobierno de Claudia Sheinbaum, deberá buscar estrategias para controlar la inflación y garantizar que el poder adquisitivo de las familias mexicanas no se vea erosionado.
Otra reforma clave es la que revierte los cambios de la reforma energética del sexenio de Enrique Peña Nieto, fortaleciendo a la CFE y Pemex como pilares de la transición energética.
En materia ambiental, también se aprobó la prohibición de cigarrillos electrónicos y vapeadores, así como el uso ilícito de fentanilo. Aunque estas medidas buscan proteger la salud pública, queda pendiente la aprobación de reformas como la prohibición del fracking y el uso de maíz transgénico.
Estamos conscientes de que la democracia no puede sostenerse sin contrapesos y desgraciadamente, la oposición no ha sabido o no ha encontrado la manera de serlo y unidos a sus fiestas de la desinformación, están algunos comunicólogos y medios de comunicación, repitiendo acusaciones sin fundamentos reales, sin pizcas de evidencia. La ironía aquí es que se han dedicado a alimentar una polarización y desconfianza, pero en su contra y mientras tenemos un Congreso dominado por una mayoría parlamentaria morenista.
El camino que México ha elegido va avanzando y experimentando una transformación y una continuidad histórica. Las reformas constitucionales aprobadas este año representan muchos avances, abordando necesidades urgentes, como la igualdad de género, la justicia social y la soberanía energética.
Hoy más que nunca, es importante que las instituciones democráticas, los medios de comunicación y la sociedad civil trabajemos juntos para garantizar que el rumbo de nuestro país, no sea determinado por intereses particulares, sino por un compromiso para el bienestar de todos.
Para concluir, quiero desearles a todos, amigos lectores, que el año 2025 nos colme de bendiciones y nos acerque aún más como sociedad. ¡Feliz Año Nuevo! Que la vida siempre les regale razones para sonreír, y que este 31 de diciembre cierre el ciclo de un año lleno de aprendizajes, dejando en nuestros corazones solo lo mejor, mientras lo demás se convierte en valiosas experiencias para seguir adelante.
