Por Oscar Miguel Rivera
¡Hola de nuevo! Después de muchos años alejado de este medio, vuelvo con una mezcla de nostalgia y curiosidad. Este mundo de la escritura, que antes era desconocido para mí, siempre me intrigó, aunque debo admitir que nunca había pensado en aventurarme en él. Pero, tras casi 15 años de silencio, regreso a este espacio con la esperanza de no aburrirles, apreciables lectores.
Hoy quiero compartir mi opinión sobre el bullicio creado alrededor de la supuesta sobrerrepresentación que tendría Morena en la próxima legislatura (2024-2027) en la Cámara de Diputados. Este tema ha resonado entre varios actores políticos, incluyendo aquellos pseudo comunicadores vinculados históricamente a la clase política, quienes han denunciado lo que llaman la “sobrerepresentación” de Morena. Esta narrativa no es nueva ni sorprendente, especialmente considerando su origen: partidos como el PAN y el PRI, que no solo aprobaron las normas vigentes, sino que se beneficiaron de ellas cuando controlaban el poder.
Para comprender mejor esta situación, debemos revisar algunos antecedentes legales que regulan la representación política en México. La reforma constitucional de 1996 al artículo 54 de la Constitución establece dos reglas claras: ningún partido político puede tener más de 300 diputados por ambos principios —mayoría relativa y representación proporcional— y ningún partido puede exceder el porcentaje del total de la Cámara en más de 8 puntos respecto a su porcentaje de votación nacional emitida.
Es importante recordar que el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), en su artículo 59-A, permitía que a la coalición se le asignaran senadores y diputados por representación proporcional como si fuera un solo partido. Esta norma fue eliminada en 2008 por el PAN, PRI y el Partido Verde, por lo que desde entonces, la asignación se realiza por partido individual y no por coaliciones. Según estas reglas, Morena obtendría 248 diputados en total para la LXVI Legislatura, divididos entre 161 de mayoría relativa y 87 plurinominales. Así surge la pregunta: ¿dónde está la sobrerrepresentación?
Los críticos, incluidos los que antes diseñaron y se beneficiaron de este sistema, ahora se muestran irónicamente inconformes. Incluso tuvieron la oportunidad de modificar esta dinámica en abril de 2022, cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó su iniciativa del Plan A para aplicar el límite de sobrerrepresentación por coalición y no por partido individual. Dicha propuesta fue rechazada, demostrando que su oposición actual es más un reflejo del temor a perder poder que una preocupación por la justicia electoral.
Adicionalmente, figuras como Xochitl Gálvez han amenazado con movilizaciones sociales si el INE y el TEPJF interpretan incorrectamente la Constitución y otorgan a Morena una “sobrerrepresentación” inexistente según las leyes vigentes. Pero, ¿de qué sobrerrepresentación hablan si las reglas son claras y precisas?
Por otro lado, organizaciones gremiales del Poder Judicial han decidido no emprender acciones legales contra esta supuesta sobrerrepresentación, eligiendo en su lugar concentrarse en el debate legislativo sobre la reforma propuesta por el presidente. Este enfoque refleja un reconocimiento tácito de que no se puede actuar contra la voluntad popular ni las directrices constitucionales. Además, están conscientes de que deben respetar lo establecido por el artículo 54 de la Constitución, en vigor desde 1996.
Para concluir, la supuesta “sobrerrepresentación” de Morena es más un discurso alimentado por aquellos que ven amenazados sus intereses y poder. Las reglas son claras y se han respetado, y cualquier intento de desvirtuarlas refleja la desesperación de quienes se resisten a aceptar la voluntad de los ciudadanos y que poco les interesa el pueblo, solo quieren mantenerse en el poder. La democracia tiene sus reglas, establecidas en el pasado por quienes ahora deben respetarlas, aunque no les favorezcan.