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Opinión

Judaísmo, masonería y comunismo, ¡pobre México!

SUMARIO

Por Gustavo González Godina

Cuando era yo joven, muy joven, casi un adolescente aún, me enrolé (me enrolaron) en una organización de extrema derecha en Guadalajara, donde aprendí que la judería internacional, la masonería y el comunismo eran una auténtica amenaza para toda la humanidad.

Claro, eran los tiempos en que el comunismo estaba en su apogeo en Europa Oriental, antes de la caída del Muro de Berlín y de la desaparición de la Unión Soviética. Pertenecí por lo tanto a la Federación Mexicana Anticomunista y asistí incluso a algún congreso de la Liga Mundial Anticomunista (WACL por sus siglas en inglés), era yo un militante convencido, porque las noticias hablaban de las atrocidades que cometían los comunistas no sólo durante la Revolución en Rusia, sino en China, Vietnam, Corea, Camboya, Laos, etc. Atrocidades peores que las que cometieron los nazis en Alemania.

Lo del anti judaísmo (que no antisemitismo) era porque siempre se ha sabido que los creadores y organizadores del comunismo, tanto de la doctrina como de la Revolución Comunista en Rusia, eran todos judíos, desde Marx, Lenin, Stalin, Trotski… todos tenían otro nombre, hebreo, diferente al que usaron como pseudónimo y con el que pasaron a la historia. Para mí eso era una prueba más que suficiente de que el comunismo fue una creación de los judíos.

En cuanto a la masonería, éramos anti masones porque se sabía ya que las logias habían infiltrado, qué digo a la Iglesia Católica, al mismo Vaticano, con el fin de destruirla por dentro, se sabía ya que el cardenal Agustín Bea pertenecía a una de las logias que funcionaban (y funcionan) en secreto en el Vaticano (como en todo el mundo), y que desde las entrañas de esa logia se planearon todas las medidas contra la tradición y el magisterio de la Iglesia, que serían acordadas después en el Concilio Vaticano II, medidas que tanto daño le han causado a la Iglesia y que han provocado la deserción de fieles y la proliferación de las sectas protestantes, planeado todo por el Cardenal Bea y su logia. Otro notable masón lo fue el Cardenal Marcinkus, quien manejaba el Banco del Vaticano, y quien sería señalado después de participar en el asesinato del Papa Juan Pablo I. Teníamos motivos pues para ser anti masones.

Pero nuestro anticomunismo local era más bien teórico, no teníamos mucho contra qué o contra quién pelear, el comunismo real estaba muy lejos, al otro lado del Atlántico y de Europa Occidental, el peligro más cercano era la dictadura castrista en la isla de Cuba, que pretendía exportar su revolución a los países de América (lo que está logrando hasta ahora); en México los pocos antecedentes que teníamos de comunismo era que ya había sido derrotado aquí dos veces, la primera cuando Plutarco Elías Calles intentó desterrar a la Iglesia Católica romana de nuestro país, primero, y de imponer la educación socialista después.

La Iglesia lo enfrentó con los Cristeros levantados en armas y lo derrotó; y poco después un grupo de estudiantes de la Universidad de Guadalajara aceptó el reto del gobierno, que les contestó a su exigencia de autonomía universitaria, que si querían autonomía que crearan su propia universidad, y lo hicieron, fundaron la Universidad Autónoma de Guadalajara. Después vendrían el ITESO, el Tecnológico de Monterrey, la UNIVA, el ITAM y muchas instituciones más de educación superior, privadas, evitando así la educación socialista. Entre ambos pues (la Iglesia Católica y los fundadores de la UAG) frustraron el primer intento de establecer aquí el comunismo.

El segundo intento se dio en una época más reciente (a la de mi anticomunismo), en 1968 en Tlatelolco, donde Díaz Ordaz no se anduvo con miramientos y ordenó al Ejército que contestara a la agresión de los francotiradores del CGH (Consejo General de Huelga), y ahí terminó, el 2 de octubre -igualmente en forma sangrienta-, el segundo intento por establecer el comunismo en México.

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Yo me fui de Guadalajara muy joven, a los 21 años emigré hacia Veracruz y allá mi pertenencia a la organización de ultraderecha pasó a la historia. Empecé a ver el mundo desde otra perspectiva, ya no era en blanco y negro, sino que había una gran escala de grises, además de una gama de colores, comencé a leer otros libros, revistas y periódicos, conocí a otras gentes, entre éstas a algunos masones y comunistas que me parecieron personas respetables y me olvidé un poco del asunto.

Casi veinte años después llegué a la región Los Altos de Jalisco, donde me acabé de convencer de que no todos los judíos son hijos de Satanás y padres de la mentira como los llamó Jesús por insidiosos e hipócritas, sólo son así los sionistas, que se creen destinados a gobernar el mundo, pero entre los judíos hay conversos al cristianismo, auténticos (no todos), que son más católicos que muchos de los cristianos viejos.

A lo que quería llegar con todo esto, era a que lejos de la ultraderecha cambió un poco mi manera de pensar y casi me olvido del comunismo, hasta que apareció López Obrador… Regresó mi anticomunismo al saber que con éste nos podría ir a los mexicanos como a los cubanos, los argentinos y venezolanos, es decir, como en feria. Desde antes de la elección de 2018 (viviendo yo aún en la capital veracruzana) empezamos a advertir a nuestros lectores que AMLO era un peligro para México, que era un populista como se les llama ahora a los socialistas y comunistas que son todos lo mismo, y que trataría de implantar el socialismo en México.

Por desgracia muchos mexicanos no lo creyeron, y lo que es peor, aún no lo creen, y ahí estamos ahora al borde del abismo. Quiere el VGT OGT eternizarse en el poder a través de una judía (¡otra vez los judíos!) de origen ucraniano y búlgaro de apellidos Sheinbaum Pardo. Y (¡otra vez la masonería!), dirigido AMLO desde la Gran Logia Unida del Valle de México. Por eso lo apoyan los pocos masones que hay donde ahora vivo. Aunque también hay masones decentes en otras latitudes, que son adversarios y muy activos en contra de López Obrador.

¡Pobre México!, entre los judíos sionistas, una buena parte de la masonería y los comunistas, criollos e importados de Cuba y Venezuela, nos llevan a todos al matadero. Si no lo impedimos saliendo todos a votar y a defender todos el voto, pronto estaremos haciendo fila durante horas para comprar un litro de leche, o buscando restos de comida entre la basura. Mi más ni menos.

PD.- Siguen siendo una auténtica amenaza para toda la humanidad.

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