Por Oscar Miguel Rivera
¡Hola! Nuevamente compartiendo con ustedes una reflexión, análisis o impresión sobre uno de los proyectos más emblemáticos del gobierno de la Cuarta Transformación, una obra que ha generado tanto admiración como controversia: el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA). Este proyecto es una de las apuestas más visionarias del sexenio de Andrés Manuel López Obrador y representa un cambio significativo en la infraestructura aeroportuaria de México.
Desde su inauguración en 1952, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México Benito Juárez (AICM) ha sido el centro neurálgico del tráfico aéreo en el país. A lo largo de las décadas, ha sido ampliado y renovado en múltiples ocasiones para adaptarse al creciente flujo de pasajeros, llegando a convertirse en el aeropuerto más importante de México. Sin embargo, con el paso del tiempo, ha quedado claro que el AICM ya no puede sostener la demanda actual y futura de vuelos y pasajeros. Su infraestructura, aunque funcional, ha quedado rezagada frente a las necesidades modernas de la aviación.
Aquí es donde entra en juego el AIFA. Concebido como una solución a la saturación del AICM, este nuevo aeropuerto es un ejemplo claro de cómo el gobierno de la 4T ha decidido enfrentar los desafíos de infraestructura con una visión diferente y más acorde a las necesidades del país. A pesar de las críticas que ha recibido, el AIFA es un proyecto diseñado no solo para descongestionar el AICM, sino para convertirse en un pilar fundamental del transporte aéreo en México en las próximas décadas.
Es imposible hablar del AIFA sin mencionar el proyecto cancelado del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) en Texcoco. Aunque inicialmente prometedor, el NAICM se convirtió rápidamente en un símbolo de los problemas que han plagado la infraestructura pública en México: corrupción, sobrecostos, daños ambientales y el desplazamiento de comunidades. La decisión de López Obrador de cancelar el NAICM tras una consulta pública en 2018 marcó un punto de inflexión. Para algunos, fue un error estratégico, pero en retrospectiva, evitó una crisis mayor y permitió el desarrollo de una alternativa más viable: el AIFA.
El AIFA, inaugurado en 2022, no ha estado exento de críticas. Algunos argumentan que no ha alcanzado los niveles de tráfico previstos en sus primeros años de operación. Sin embargo, es fundamental reconocer que un proyecto de esta magnitud requiere tiempo para consolidarse. Los avances ya son visibles: en agosto de 2024, el AIFA registró un aumento del 42% en el tráfico de pasajeros, impulsado por nuevas rutas y el interés creciente de los viajeros. Además, por primera vez, el aeropuerto ha generado utilidades, lo que demuestra que está en camino de convertirse en un proyecto sostenible a largo plazo.
Este crecimiento no es casualidad. Es el resultado de una planificación cuidadosa y una estrategia enfocada en descongestionar el AICM, ofreciendo a los pasajeros una alternativa moderna y eficiente. El AIFA es un reflejo de la visión de la Cuarta Transformación para un México más conectado y competitivo en el ámbito internacional. A medida que más aerolíneas y pasajeros opten por utilizar sus instalaciones, es solo cuestión de tiempo para que el AIFA se consolide como el aeropuerto más importante del país.
En conclusión, el AIFA representa mucho más que una nueva terminal aérea; es un símbolo de un México que avanza hacia el futuro con pasos firmes. Es una prueba tangible de que la Cuarta Transformación no solo está reformando la política nacional, sino que también está sentando las bases para una infraestructura más sólida y preparada para los retos del mañana. Mientras el AICM comienza a quedar en el pasado, el AIFA se erige como el futuro de la aviación en México, un futuro que, sin duda, será más brillante y prometedor.