Por LN María Marcela Sánchez Díaz
Seguramente has escuchado más de una vez que la mujer que planea o está embarazada debe alimentarse con una dieta correcta, adecuada a su situación y necesidades, esto se debe a que la calidad de su dieta será uno de los facrores para que se desarrolle adecuadamente su bebé mientras llega el tiempo de su nacimiento.
Pero esto no para ahí, sino que la alimentación materna también influye sobre el apetito que tendrá su hijo en el futuro, por ejemplo, se ha estudiado que el perfil lipídico materno (grasas consumidas) se ha asociado con el comportamiento alimentario y la ingesta energética (calorías) de los mismos hijos, es decir, los nutrientes a los que se expone el feto contribuyen a la programación de sus preferencias alimentarias, pues también se ha comprobado que la exposición a determinados sabores que pasan a través del líquido amniótico, incrementan su aceptación posterior tras el nacimiento.
Así es que, desde el útero de nuestra madre, obtuvimos información sobre los primeros sabores, y continúo durante la lactancia junto al descubrimiento de los olores, culminando con la alimentación complementaria (ablactación), por consiguiente, a los primeros 1000 días de nuestro nacimiento, representan momentos sensibles y esenciales para el desarrollo y establecimiento de nuestros comportamientos alimentarios y que quizá los mantengamos mucho tiempo después sin darnos cuenta por qué nos gustan tanto ciertos alimentos, siendo el motivo principal, el que tu madre los consumió mientras te estabas formando.
Por ello, si quieres tener un hijo sano y que desarrolle buenos hábitos alimenticios hasta que sea mayor, se los debes heredar desde el embarazo y durante la lactancia, ya que la leche materna es similar al líquido amniótico, que tiene una amplia gama de compuestos de sabor que son detectables y se transfieren al momento de amantarlos, de ahí que se debe cuidar el consumo de condimentos como el ajo y demás, o el tabaco y el alcohol, que causan malestar en los infantes.
Analiza cómo son tus hábitos alimenticios, desde cuando te comportas de esa manera, si los tienes desde chico y son buenos para tu salud, adelante, sigue con ese patrón, pero si son inadecuados, nunca es tarde para buscar apoyo, consulta con un nutriólogo (a) como desapegarte de ellos y cambiar a un adecuado estilo de vida, que te brinde calidad de vida.
Si estás embarazada o lactando, acude también con un nutriólogo (a), te dirá cuáles son los alimentos necesarios para ti, tus hijos merecen un estado de completo bienestar, herédales salud y no enfermedad desde el inicio de su concepción, es el mejor regalo que le puedes brindar a tus descendientes, ocúpate de ello.
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